lunes, 29 de enero de 2018

La PAZ se hace todos los días

Mañana, en la gran mayoría de las escuelas, celebraremos el Día de la Paz.
Y, como cada 30 de enero, en la mayoría de los colegios, cantaremos una canción que hemos aprendido con su respectiva coreografía, más o menos elaborada, en función del tiempo con el que se ha planificado la actividad, pintaremos palomas, manos, o pies, escribiremos Paz un millón de veces, palabras bonitas, leeremos algún texto para darle algo más de solemnidad, aplaudiremos mucho al final del acto, sonriendo fuerte y ya.
Adiós PAZ, hasta el curso que viene.

No se me malinterprete, ¿eh? Que a mí todo esto no me parece mal. Es sólo que, teniendo en cuenta que, el 31 de enero, en la gran mayoría de escuelas, volveremos a ser los mismos que el día 29... Pues, quizás deberíamos plantearnos seriamente celebrar, no sé, el Día del árbol, o el de la croqueta de puchero. Aunque está claro, que la dinámica sería más de lo mismo.

A mí, como maestra, me encantan las actividades internivel, las ocasiones en las que mezclamos a mayores y pequeños y dejamos que interactúen, se protejan, se cuiden y aprendan unos de otros, pero con asiduidad, como algo normalizado, no como actos aislados, en los que los alumnos poco  participan a nivel "iniciativa". 

Y es que... LA PAZ SE HACE TODOS LOS DÍAS. 

La paz la hacemos con cada gesto cómplice en clase, con cada sonrisa, cada palabra de ánimo, cada reflexión a nuestros alumnos con tono respetuoso y mirada de cariño, con cada chiste malo por romper el silencio sepulcral, con cada canción que les dedicamos, cada duda explicada infinitas veces de infinitas maneras, con cada abrazo, con cada diente que cae de sorpresa envuelto en papel y celo, con cada cerrada de libro para improvisar un momento mágico.

La paz se hace con cada sonrisa sincera a un compañero que te cruzas por el pasillo, con cada abrazo a esa compañera que hoy lo necesita, con cada comentario negativo que no hacemos sobre ese otro que no está presente, con cada opinión negativa que no damos sin que siquiera se nos pregunte, con cada juicio que no emitimos sobre la manera en que el otro hace o deja de hacer, por muy diferente a la nuestra que sea, con cada pizquita de respeto a la labor del otro, con cada acto de humildad en nuestro día a día.

Pues eso. 

Que mañana es 30 de enero, el día de la Paz. Mañana bailaremos, cantaremos, pintaremos... Y, los más afortunados, hasta nos abrazaremos. 

Y cuando pare la música, nos despediremos de ella, como cada 30 de enero: "Hasta el año que viene, PAZ, gracias por venir".

Pero para mí LA PAZ... sinceramente, y sólo es mi humilde opinión, DEBERÍA HACERSE, BAILARSE, ESCRIBIRSE Y PINTARSE TODOS LOS DÍAS. 

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