Los adultos somos un rollo. Nuestro mundo de mayores gira tanto en torno a "cómo deben ser las cosas" que nos olvidamos de "cómo son", y convertimos hasta lo más sencillo en una gran dificultad.
Cuando somos niños, la naturalidad y la espontaneidad de nuestros actos prevalecen sobre lo postizo, lo preestablecido, lo correcto, lo que se espera y lo que se "tiene que". Sin que ésto signifique que haya que olvidar los límites que enseñan dónde empieza el mal y, por tanto, acaba el bien. No voy por ahí, no empecemos a mezclar churras con merinas.
Cuando somos adultos, nos molesta la naturalidad, nos ceñimos a un esquema, olvidamos que soñar es buena parte de lo que nos mantiene con vida, parece que tenemos miedo a sentir cuando algo o alguien nos provoca una reacción que no está dentro de nuestro plan, la espontaneidad propia o ajena nos hace sentir ridículos y la creatividad nos la guardamos para, como mucho, cocinar el fin de semana, y si hay visitas.
Como padres, vivimos inmersos en la vorágine de las prisas, del "ahora no / date prisa / otro día / llegamos tarde" porque nuestra rutina trabajo-casa-trabajo-casa nos permite, por desgracia, poco margen de error. Si además, a eso algunos le suman que el poco tiempo que les queda están tan cansados que no tienen ganas de estar (y ser) con sus hijos, pues bueno, el resultado es un cóctel molotov bastante desesperanzador.
Como MAESTROS... Hay tanto por hacer, tanto por recuperar, tanto por cambiar, que me rompo un poquito cada vez que lo veo en mi día a día y lo pienso. La enseñanza actual se ha contagiado irremediablemente del mundo adulto, ha copiado la manera de pensar y actuar de los mayores, ha dejado de lado la base de la infancia y las necesidades de la misma, y ha roto el eslabón que unía las palabras ESCUELA y PASIÓN.
Cuando nos apasionamos por algo, o por alguien, vivimos por y para ese algo o ese alguien. Sin pasión es difícil que haya ilusión. Y sin ilusión no hay motivación, ni interés. Sin interés, las ganas de aprender brillan por su ausencia y el aburrimiento y la desidia aparecen para quedarse.
Ésa es la base actual de nuestro sistema educativo: el aburrimiento por la falta de interés debido a la ausencia de motivación. Ya no sabemos ilusionar. Nos hemos cerrado en banda a la magia de una cualidad que es innata en los niños y que, una vez hace mucho tiempo, también fue nuestra: LA CREATIVIDAD.
Nos da miedo que los alumnos dejen volar su imaginación porque, si esto ocurre, perdemos el hilo de la lección, dejamos alguna página del libro sin hacer y, entonces, no estamos cumpliendo con el currículo que tanto nos ata, ¡sacrilegio! Además, vivimos convencidos de que, si permitimos que la imaginación entre por la ventana de clase, desplazará al aprendizaje, como si ambos no pudieran convivir en un mismo espacio. Nos estamos olvidando de que es justo cuando dejamos que su imaginación entre en juego, cuando están más abiertos a aprender porque se ilusionan, porque sueñan, porque piensan, porque se hacen preguntas, porque se plantean hipótesis, porque la confianza en sus propias posibilidades aumenta, ya que se ven al mismo nivel que el adulto que tienen delante: se ven capaces de discurrir, de ir más allá, de dar soluciones, de plantear preguntas y de dar alternativas.
Cuando somos capaces de abrir la puerta de nuestra aula a la CREATIVIDAD... Ocurre la magia. Y es tan fácil hacerlo, pero tan, tan fácil. Sólo tenemos que apasionarnos por cada concepto nuevo que vamos a enseñar, como cuando éramos niños, y dejarnos contagiar por sus miradas expectantes, permitirnos dejar a un lado la página 85 del libro y salir al patio a dar la clase porque hablar de bichos encerrados en el aula no tiene mucho sentido. Hablarles de lo divertida que es la resta con llevadas porque, de verdad, así lo creemos, y plantearles la operación como lo más emocionante que hemos visto hasta ahora en matemáticas. Sugerirles que investiguen sobre las plantas o el agua, que hagan experimentos y nos los enseñen. Invitarles a que traigan a clase experiencias que quieran compartir con los compañeros. Leerles una novela por capítulos, con tanta pasión que sean ellos quienes pidan más y se enfaden cuando cierras el libro; y leerles esa historia con tanta emoción y misterio que, sin darse cuenta, acaben tan metidos en ella que necesiten saber el significado de esas palabrejas largas que lees y pregunten espontáneamente qué quieren decir.
Vivimos tan equivocados en el sistema educativo actual. Tenemos tanto miedo a la falta de tiempo, a no terminar los libros, a no crear un hábito... Que olvidamos que, cuando la CREATIVIDAD entra, trae consigo a la ilusión, y ésta a la motivación, que lleva siempre de la mano al interés, que lo es todo y que hace posible todo: el tiempo, trabajar con y sin libros y despertar la curiosidad como para que sean ellos mismos quienes creen hábito de trabajo porque quieran, y necesiten, saber más. Olvidamos que cuando el INTERÉS se sienta con nosotros a dar clase hace trucos fantásticos con los que duplicar el tiempo, que permiten que una hora tediosa cara al libro se convierta en una hora en la que nos dé tiempo a alucinar con algo, sorprendernos, pensar, planear nuevas experiencias y coger los problemas, las operaciones o los ejercicios de ortografía con muchísimas más ganas que si lo hacemos así sin más, porque ahora tienen sentido, porque estamos tan abiertos a aprender y a disfrutar y nos vemos tan capaces de hacerlo que lo difícil es que no nos apetezca.
Y sí, da tiempo. Da tiempo a todo. Los minutos se estiran como un chicle cuando vivimos el aprendizaje de manera ilusionante y apasionada. Cuando creemos en su capacidad creativa, cuando dejamos que se emocionen, cuando les ponemos música y los invitamos a cantar o a bailar porque necesitamos sonrisas para empezar la explicación de algo complicado. Cuando somos lo suficientemente humildes para mostrarles nuestros propios errores y reconocer que nosotros también aprendemos de ellos. Cuando, en definitiva, nuestro currículo particular se basa en la NATURALIDAD y la ESPONTANEIDAD.
Ojalá, en un futuro que roza el presente, seamos capaces de remontar y dar la vuelta al marcador:
ADULTOS 0 - CREATIVIDAD 1
En la escuela, en las familias y en todos aquellos ambientes y procesos en los que nos falta corazón y nos sobra lo demás.
Como regalazo, con corazón, os dejo el enlace a un corto al que no le sobra ninguno de sus 6 minutos. Tiene un mensaje tan "urgente" como bonito, para maestros y para familias. Un mensaje en torno a nuestra realidad y al peligro que corre nuestra pasión por las pequeñas delicias del día a día.
Feliz sábado lleno de minutos para apasionarse con los pequeños detalles.
Me ha hecho reflexionar
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