viernes, 10 de abril de 2020

A LA VUELTA DE TODO ESTO

¿Sabéis qué es lo que más miedo me da de todo esto, más allá, obviamente, de que la "mierda" esta del coronavirus se lleve a algún ser querido? 
Pues que no consigamos hacer frente a la realidad educativa que nos vamos a encontrar a la vuelta, porque nadie sabemos cuál va a ser y nunca se está preparado del todo para algo tan inesperado como este confinamiento.

Después de estar intentando coordinar y dirigir a mi claustro desde la noche del jueves 12 de marzo en que nos cerraron el cole, decidiendo muchas veces, o casi todas, a ciegas sobre asuntos que urgían de ya para ya, y contando siempre, por suerte, con la infinita ayuda de mi amiga Maica. 
Después de todas las reuniones virtuales que como equipo directivo hemos organizado y presenciado, repartidas o juntas, porque nos faltan horas, tengo claras tres cosas:
- La primera, que mi equipo de docentes se está dejando la piel y el alma, sobre todo el alma, en llegar a todas y cada una de las familias de nuestro colegio. Que, más allá de marcarles tareas escolares, que también, se están preocupando, entre otras muchas cosas, por si tienen para comer estos días, cuando los famosos vales de comedor, que tan loca llevan a Sonia, no llegan, o se bloquean o no son válidos. 
- La segunda, que desde el día 12 hemos entrado en una vorágine gigante entre programar, reprogramar, coordinarnos para establecer qué contenidos trabajar y cómo, ofrecer diferentes maneras de la misma tarea para intentar no dejar a nadie fuera, preparar semanalmente la web del cole que siempre se cuelga el "día del estreno", habilitar a todos en la web familia, vales de comedor y sus bloqueos, gestiones con servicios sociales y ayuntamiento, contestar las inquietudes, dudas y sugerencias de las familias... 
- Y la tercera, que, a pesar de todo el esfuerzo de este gran equipo humano que tengo, sigo teniendo la sensación de que, cuando esto pase, nos vamos a encontrar con una brecha tan grande que no va a ser una brecha, va a ser un auténtico acantilado. Que a pesar de nuestros esfuerzos por llegar a nuestros 576 alumnos y alumnas, se nos escapan cosas, situaciones y detalles que no llegaremos a controlar jamás. Que estamos haciendo las cosas lo mejor que sabemos, con la intención de seguir contagiando ilusión, aunque solo tengamos como algo tangible una simple pantalla, y que, sin embargo, lo que de verdad necesitamos es volver a clase para tenerlos delante, mirarlos, sonreír y reír con ellos, abrazarlos, escucharlos y quererlos en directo. Porque la vida escolar a través de una pantalla es una porquería. Porque nadie sabe qué va a pasar cuando esto acabe. Y porque, de corazón, tengo la esperanza de que seamos capaces de estar a la altura de lo que llegue cuando nos toque volver al colegio. Que, dicho sea de paso, ojalá fuera mañana.

Y después de esta reflexión, que no pretende ser un discurso negativo (que las interpretaciones son libres), sino más bien la necesidad de desahogo ante la incertidumbre y el "no saber", la duda y el respeto, me reitero en algo que pienso seguir diciendo durante mucho tiempo con la cabeza bien alta y la sonrisa bien grande: TENGO UN EQUIPAZO DE DOCENTES TRABAJANDO EN MI COLEGIO QUE YA LO QUISIERAN MUCHAS DIRECTORAS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario