El primer trimestre de 1° de Primaria puede resultar estresante, para peques, familias y maestros.
La dichosa presión de que tienen que llegar a primaria sabiendo leer y escribiendo en minúscula puede acabar muchas veces en fracaso por adelantado, frustración y desmotivación. Y, sinceramente, no hay ninguna necesidad.
Los maestros tenemos a nuestro alcance mil y un recursos con los que conseguir que el cambio de etapa y la adquisición de estas dos habilidades, lectura y escritura, sean parte de un proceso natural, divertido y, sobre todo, exitoso.
Está claro que a escribir minúscula se aprende escribiendo minúscula, pero... Podemos salirnos de las fichas convencionales y aportar a esto de la rutina un poquito de magia.
Este año en clase estamos teniendo visitas especiales, de personajes que a mí particularmente me han fascinado siempre: Garfio y Peter Pan.
Peter Pan representa para mí todo eso que un adulto no debe perder nunca si no quiere caer en la desidia y en la viva imagen de la "vejez mental". Representa la chispa que todo maestro debería conservar para ser capaz de estar a la altura de quienes tiene delante: los niños.
Garfio es justo lo contrario. Garfio olvidó que una vez fue niño, odia a Peter Pan probablemente porque le recuerda todo eso que ya no es y estoy segura de que gran parte de su rabia, en el fondo, le viene de su incapacidad de ser feliz como cuando era niño.
Sin embargo, el Garfio que vino a nuestra clase fue el Garfio dulce, que nos dejó pistas sobre un cofre del tesoro y nos regaló un montón de complementos piratas y de libros, en mayúsculas y minúsculas, adaptados a los diferentes ritmos lectores de la clase.
Esta visita sorpresa, que a los ojos de muchos (adultos y maestros) puede parecer una pérdida de tiempo, nos sirvió para dar un paso más en la lectura y la escritura. Quisieron enviarle una carta a Peter Pan, a ver si con suerte también nos visitaba. Y estamos intentando leer voluntariamente los libros de Garfio.
Hoy ha venido Peter. Bueno, su sombra, porque de él ni rastro. Se ha olvidado su famoso sombrero verde, y de paso nos ha regalado el Emocionario, que es una maravilla de libro.
Y, una vez más, la magia de la motivación ha jugado su papel: han querido escribir una carta (¡Todos!) a los Niños Perdidos, amigos de Pan.
La condición: hacerlo en minúscula para ayudarles a que ellos también aprendan. Dicho y hecho. Mensaje pactado entre todos y manos a la obra.
27 cartas escritas con todo su esfuerzo y decoradas con todo su cariño han salido esta tarde rumbo a Nunca Jamás...
Si hubierais visto sus caras de emoción cuando las he metido todas en mi bolsa para tirarlas al buzón... ¡Estos momentos no están pagados! 😉
Ahora sólo queda esperar las respuestas... O que venga Peter... O que nos inviten a viajar a Nunca Jamás. O que una mañana aparezca en nuestras mesas polvo de hadas...
Enseñar no debería estar reñido con hacerles soñar.
La letra ya no entra con sangre, por suerte. Entra con mucho cariño y un poquito de magia.
Hace una semana no hubiera podido ni imaginar que, hoy, 27 cartas saldrían así de bonitas y bien escritas hacia la segunda estrella a la derecha.
Está claro que la magia no ha sido cosa mía, sino de ellos. 💖