Un alumno al que se le respeta su ritmo madurativo y de aprendizaje, mientras que se le da alas para volar sobre el "paisaje" que más le gusta, es capaz de hacer cosas increíbles.
Un alumno en el que se cree y que siente que su maestro confía en sus posibilidades, sin compararlo con el resto de compañeros, es capaz de cosas increíbles.
Un alumno que se siente respetado, y escuchado, es capaz de cosas increíbles.
Un alumno que se da cuenta de que aprender no es memorizar sino descubrir y poder investigar, es capaz de cosas increíbles.
Un alumno que retiene información porque la entiende y sabe para qué sirve lo que aprende, y no porque la memoriza sin más, es capaz de cosas increíbles.
Un alumno que va feliz a la escuela porque se siente seguro y apoyado en clase, es capaz de cosas increíbles.
Un alumno que aprende que las individualidades aportan mucho menos que la cooperación y el aprendizaje en equipo es capaz de cosas increíbles.
Un alumno al que cada nuevo contenido se le plantea como un reto lleno de posibilidades divertidas, es capaz de cosas increíbles.
Porque un alumno que vive el aprendizaje como un mundo lleno de posibilidades y de información significativa, que se siente respetado, tenido en cuenta, consultado y escuchado, será una personita que querrá saber más, investigar, aportar, nutrirse y nutrir a sus iguales, crear, superarse y, en definitiva, disfrutar con lo que hace en clase extrapolándolo de manera voluntaria y libre a su hogar.
Cuando creemos en nuestros alumnos y les damos la libertad de volar y extender sus alas al ritmo que necesitan, cuando les hacemos saber que nos sorprenden, nos enseñan y nos aportan tanto o más de lo que nosotros podemos sorprenderles, enseñarles o aportarles... Sucede la magia de la MOTIVACIÓN. Que es la clave de todo, y que hace que ocurran... ¡COSAS INCREÍBLES!
Yo soy una de esas maestras afortunadas a las que sus alumnos no dejan de sorprender a diario. Una de esas maestras a las que les faltan horas para poder disfrutar de todas las aportaciones que sus alumnos hacen porque sí, porque quieren aprender y porque son felices superándose a sí mismos y compartiendo lo que descubren y hacen.
Soy de esas maestras que tienen el mal vicio de creer en todos y cada uno de sus alumnos y pensar que sus diferencias son enriquecedoras, no trabas o piedras en el camino. Soy de las que creen en la magia de la motivación como base de cualquier aprendizaje.
Y para muestra de lo que la motivación es capaz de lograr en alumnos de segundo de primaria... Un botón.
(O mejor, unos cuantos). 😉